Si Plasencia tuviera cada sábado el buen ambiente que tuvo el pasado sábado, pasaríamos de lunes a viernes deseando que llegara el fin de semana mucho más de lo que lo hacemos ahora. Miles de personas abarrotaron las calles de la ciudad: extremeños llegados de distintas ciudades de España, tunos con sus trajes, cintas y canciones, bailes regionales en la Plaza Mayor. Todo esto salpicado de pintores por las calles y fotógrafos atrapando con sus cámaras los momentos del día.
Además, en Plasencia se celebraron dos bodas esa mañana, una en la iglesia de San Nicolás y otra en la Catedral, y, como manda la tradición en las familias de El Torno, una buena parte de los invitados salieron por las calles bailando detrás de un roscón adornado con claveles del que iban dando dulces pellizcos.
Algunos franceses y holandeses que bajaban de ver las tranquilas imágenes del Valle y sus cerezos, se sorprendieron con tanta acción y tanta alegría.
Los bares a reventar, y los placentinos a disfrutar pues no todos los sábados hay tanto ambiente en esta tranquila, hermosa y medieval perla del Jerte.
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